Se trata de glorificar la belleza de ese estado del alma, un estado de trascendencia fusionándose con el aire, el agua y la tierra en la posibilidad que me brinda la pintura.
Plenitud del ser en un paraíso.
Madurar es ir aceptando los límites de la vida y sus circunstancias.
Me encanta la tranquilidad, el poder trabajar ampliamente en lo que amo, el dibujo y la pintura.... también su enseñanza. Vivo en paz, ....Pero esta imagen de escape es una constante, me encanta profundamente lo que transmite.
Creo en un fenómeno de visión futura en la obra artística, creativa. Donde somos iluminados por una idea que adquiere forma por un instante breve, dejándonos una sensación vívida y fuerte por mucho tiempo.
Semanas, meses.
Años tal vez, pasan hasta que se aclara poco a poco el trasfondo del mensaje de aquella visión pasada. Y si ya estamos listos, la pintamos... la traemos a la realidad material.
El conocimiento puede resultarnos en un limitante.
Si tenemos la técnica, consigamos un sueño.
Eso mismo.
Como un sueño de vuelo, de aire y altura que sabemos esconde la idea o deseo de libertad y superación. Son dos mujeres no muy juveniles, alejándome del desnudo femenino superficial, que no me agrada. Prefiero una belleza mas natural., mas real con sus imperfecciones.
Antes, guardaba las imágenes de las posturas que sugerí a la modelo, con las rodillas apoyadas sobre un mueble, para tener los pies sin tocar el suelo... los brazos abiertos y la espalda arqueada.
La luz fuerte y desde arriba a la izquierda.
La fuerza de los mensajes, a través de la figura humana nos acerca grandemente al público de manera atemporal, entrando en contacto con la psique de todo hombre sin intentos rebuscados, decimos algo claro para nuestra especie.
La forma femenina resulta ideal en esta imagen de superación y elevación.
Por ser de una inteligencia y sofisticación natural, como símbolo de la belleza del ser en plenitud, del humano libre del aspecto terrenal.
Tenía muy aparte la bella foto de la vista aérea de las lagunas turquesas de Yanganuco en Huaraz Perú. La tenía pegada en mi panel de proyectos desde hacía mucho.
Me logré dar cuenta que tanto los dibujos de figura en el aíre, como aquella fotografía expresaban el mismo sentimiento de belleza elemental, ideal de liberación terrenal.
Uní ambas en una composición posible, muy surreal y sin historia o relato en segundo termino, me importaba la sensación que deja la imagen.
Las figuras de mujer con los brazos abiertos, en actitud de enorme seguridad y dominio, me parece simbolizar la plenitud del ser. Un sentimiento de superación de nuestro propio entorno y circunstancia material.
ÓLEO SOBRE TELA 180 x 130 cm. Por Gustavo González Echeverría de Lima Perú
Una panorámica de las famosas lagunas de Yanganuco en Huaraz Perú
Con su color turquesa tan increíble.
Trabajé la levedad de los desnudos que se alejan de la pesadez terrenal, dejando atrás un paraíso, pero también perdiendo su naturaleza humana, pues estoy consciente del efecto divino del volar, de las figuras elevadas a lo sagrado que no pisan el suelo.
Se trata de glorificar la belleza de ese estado del alma, un estado de trascendencia fusionándose con el aire, el agua y la tierra en la posibilidad que me brinda la pintura.
Una idea que defiendo es la de un"arte sanador"
Trabajar en pro de un humano inteligente, profundo y sensible a lo bello.
No me interesa dar al mundo mas horror y violencia.... el miedo y la desesperanza son contrarios al arte, lo matan en nuestra alma, nos apagan las ganas de vivir.
Cuando pinto escenas de guerra o de muerte, trato de darle un estilo que sobrepase al tema y encuentre soluciones plásticas abstractas.
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